Lecciones para Limpiar el Cuerpo (recordando: Lluvias)
Mientras se bañaba sosteniendo con sus manos el agua que caía a borbotones por el piso, miró su cuerpo y se dijo: estoy seca, hace días que no llueve aquí adentro.
En su desnudes recorrió con la mirada los rastros indelebles de quien hace el amor sin sexo, recordando palmo a palmo lo hostil de esos pasos en su cuerpo, los ecos que marcaron heridas a medio cicatrizar, bizarras formas corpóreas del amor transitorio.
De repente sus ojos se toparon con la cicatriz más grande, estéticamente armónica, se había tejido en la piel con tal perfección que nadie podría encontrar el dolor que ocultaba latiendo, y entendió al verla, que el olvido ya hizo lo suyo en su cuerpo. Tomó entonces la ropa y disfrazo cada espacio recorrido, así ninguna melancólica espía saldría a revivir los restos ya marchitos.
Vestida, decente y con una gran sonrisa adornada, se sentó en un parque dejando que los visitantes pudieran verla sonriente, y como todo su vacío comenzaba a destilarle canciones de adiós por los ojos.
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