CUANDO SE ACABA EL AMOR


Miro el efímero del reloj
asistiendo a una danza erótica del silencio
transformada en lenguaje de dedos.

Tres gotas de sudor melancólico
pigmentando la piel de óxido.
Ocres broncean las piernas que intentan
hacer música con el contacto de una espalda ajena.

Rastros de despojo y amargura se
fusionan con certezas minusvalidas.
Voces que se mezclan de frenesí en la noche
arrastrando nuestras voluntades al delirio del trópico.

Los cuerpos se pensionan de pasión
reposados en el húmedo sofá
con el transcurrir del etéreo reloj.


CAMILO ANDRES

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