Diez Días en Coma




Antes de todo, me agarré firmemente
a la manta regalada que me cubría.
Era azul, y aún olía a mi hermano.

La apreté fuertemente.
Entró un zumbido de viento por la ventana.
Sonó una canción sin autor evidente.
Y con ello el silencio a mis oídos y a mis ojos.

Entonces comenzó el viaje.
El cielo se partía en dos.
De una telaraña pequeña,
comenzaron a caer insectos,
El cuadro bailarín de mi puerta,
se puso a blanco y negro
y el sol rojo hasta estallar.

Sentí unas manos caminando por la espalda,
una mujer de medio cuerpo, toda violeta,
con los ojos quietos, y el pelo verdoso.
/Yo sudé. 
Ella siguió pasando sus manos por mi pellejo
abandonado. Ladró un perro en la avenida desierto
Creo haberle dicho que sufría de insomnio,
y ella me decía que sufría de amor.

Las cortinas cambiaron de nombre.
Ahora se llamaban esperanza.
Y agitadas por un viento que se colaba o salía
de mis fracturados pulmones,
danzaban y se movían dejando ver
una simple noche bogotana, llena de siluetas.
Una noche de abandonados, y de fumadores
de dedos amarillos.

Llegó el amanecer. Y caían copos de miel
todos redondos y cafés.
caían pianos del cielo.
Caían corcheas, caían niños desnudos.
Llovían lagrimas, y un técnico
dijo que llovían ausencias.

/Entonces

Los relojes se detuvieron.
Las letras se quedaron sin marcha.
Una partida de ajedrez se quedó en tablas,
y la señora que todos los días está
en pijama, hoy se puso tacones y se aplicó labial.

La cama comenzó a tragarme.
El Detective, me dijo que era pereza,
en medio de copas, y sombreros,
yo le dije que era nostalgia.
Que había días en que la nostalgia sufría
de unos apetitos terribles.
Que se tragaba todo, y que era quimérica.
Él, contando con los dedos, pidió
que le rompieran tres huevos.
Yo pedí un café con leche, más café que leche.

Los recuerdos entonces se volvieron de piedra.
Estalactitas de sueños sin cumplir.
Amantes que dejaron un par de medias y se fueron.
La hija de un amigo que gustaba de ver osos dibujados
en la pared de su cuarto.
El primer muerto que vi de frente,
al primero que mataron en la esquina de mi casa
con un balazo en toda la mitad del pecho,
y otro tiro que abrió camino entre el cuello y la cabeza.

Entonces comenzó un mareo.
Vómitos sin programar.
Dormir al lado de un balde,
procurar dormir de lado, pensar de lado,
hacer el amor de lado,
comer de lado.
No fuera y el vomito me ahogara.

Una temporada de viajes oníricos,
al Amazonas, a Berlin, Budapest,
Puerto Salgar, Mompox.
Visitas de cuatro segundos cada una.
Un par de bares, un saludo,
y de vuelta al avión de los sueños.

Una botella de ron destapada,
unas niñas jugando al pelotón de fusilamiento.
1, 2, 3, y la caneca de basura hasta
el borde de mierda a rebozar.

Soñé que era un espía,
un subcontratado de la KGB,
un huérfano ideológico, un paralitico
con problemas pulmonares.
Soñé que venía un poeta clandestino,
y que yo le decía que bajara la velocidad
del viejo impala porque ya íbamos a morir.

Otro día bajaba la guardia,
y entre risas, una pesadilla nueva se avecinaba.
Una bruja con cabeza de serpiente quería
leerme la mano, yo me empeñaba en esconder
las palmas bajo la almohada,
pero todo intento era vacío; parecía inquietarle.
La bruja que no era estúpida,
me leyó la planta de los pies,
y en vez de decirme el futuro
me dio el parte de un sin fin de enfermedades
que se tragaban el corazón de mis amados conocidos.

Y ahí, suavemente,
un solo de piano comenzaba a sonar.
El balde los vómitos desapareció,
la cobija de mi hermano se fue
volviendo papel de lija.
Los recuerdos se esfumaron,
volví a nacer, sin nada,
sin lenguaje, sin palabra
sin letras
sin amigos
sin familia
sin mi
sin ti
La mujer que aparecía con el pelo verdoso,
de mi espalda se fue adueñando
y una paloma deforme le sacaba
bocados de arroz a un tipo aburrido
que miraba la televisión.
Después desperté por completo,
y todo estaba en su lugar:
un compadre que se untaba ron en la chaqueta
como untándose loción,
me dio la bienvenida.
Le dije que sentí el paso imponente del tiempo,
y él me contestó que sólo habían pasado
diez días desde que me perdí.




Edison Diaz

Comentarios

Se le extrañaba por estos lares

Entradas populares