AUTOCRÍTICA Y DEGÜELLO

Por: Lactancio Boas. Cronista y folklorista colombiano (Montería) 
tomado del libro Expresiones al dente: aforismos, crónicas e impresiones de esta tierra (1942)





Pinacoteca que es decir igual galería o museo o colección privada. Seguiría pensando probablemente algunos minutos en lo precario del aprendizaje del léxico y sus efectos colaterales, presintiendo cómo surgía alrededor de una palabra toda una trama enjundiosa que nutre de substancia a un sonido en mitad de la noche de copas y pedrerías y porquerías. Se dispuso a entablar la conversación sin tapujos, seguro del sentido que aplicaba a sus frases, eso sí disimulando, ansioso por encontrarle ranuras a las palabras ajenas que creía, irían a poblar su viaje en los siguientes días… se perdería en el páramo, acaso como lugar común del ascetismo o autoexilio del ethos burgués que decide no hablar más, no seguir incurriendo en el corto circuito de la conversación inacabable que es en últimas el lastre y la herencia desbarrancada. Abundarían las imágenes de puntillas, regresándolo a su momento actual, y empezarían a entrar en desuso, acaso con el placer de lo reprimido que imprime a un hombre amortajado de verbo ir materializando lo aprendido: ir sacándole punta al borde romo del razonamiento cuando tropieza con el miedo, con las inundaciones insulares, con las ridiculeces citadinas, con las orinadas en las camas verbales de las señoritas locales. Sentirse macho cuando el degüello ocurre en mano ajena para dejar no más la afasia y la vista del páramo abrumado, sintiendo el caos en su cabeza y el hueco en la garganta, para luego dormirse y ser uno solo con el helecho asomado sobre el abismo.

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